LOS ALIMENTOS Y EL SUEÑO (FOOD AND SLEEP)

“Dormimos como comemos”

Los patrones del sueño y las comidas en el ser humano (cantidad y tiempo entre comidas) parecen regulados por un mismo mecanismo de tiempo. Del mismo modo que “somos lo que comemos” se puede decir que “dormimos como comemos”.

El sueño y los mecanismos que lo regulan aún no se conocen con exactitud pero se sabe que existe una relación entre la dieta y el sueño. La somnolencia es un fenómeno post-pandrial muy común. Los mamíferos presentan la tendencia a iniciar y mantener el sueño tras la ingesta. Se sabe actualmente que afecta más la cantidad y/o la textura de la comida ingerida que su composición en nutrientes.

La cantidad y la calidad de nuestros alimentos cambia según ciertas costumbres sociales, como no podría ser de otro modo nuestro sueño también. Por lo general, la dieta y la regularidad de horarios de comidas están muy controlados durante los días laborables, mientras que en los días festivos y/o fines de semanas es menos estricto y se tiende a comer a horas distintas de las habituales y a incluir alimentos que no se consumen durante la semana al igual que aprovechar para dormir más o prolongar los períodos de vigilia nocturna.

Experimentadores en Oklahoma pudieron comprobar que la dieta sólida inducía somnolencia antes que la dieta líquida o que el mismo volumen de agua.

Algunas sustancias presentes en los alimentos pueden modificar la actividad y función cerebral y por consiguiente afectar al sueño. Los alimentos pueden afectar al sueño de dos formas distintas: Forma directa:  Cuando el alimento posee alguna sustancia que afecta al sistema nervioso central y produce insomnio o hipersomnia. Por ejemplo: las xantinas: Cafeína, Teobromina,y teofilina; las aminas biógenas: histamina, etilamina y tiramina. Forma indirecta:  Cuando el alimento o aditivo contiene una sustancia que puede inducir el sueño en personas especialmente sensibles o poner dificultad para conciliar el sueño o lo interrumpen.

Para algunos investigadores el triptófano beneficia la inducción y mantenimiento del sueño. Voderholzer y cols. Concluyeron mediante estudios electroenecefalográficos (EEG) que la falta de triptófano en la dieta disminuía la disponibilidad de la serotonina, lo que se traducía en efectos sobre el sueño nocturno con disminución de la fase II del sueño (actual N2) aumento del porcentaje de despertares y del sueño REM.

Se sabe mediante estudios electroenecefalográficos de sueño  (EEG)  que una dieta rica en hidratos de carbono aumenta el sueño de ondas lentas mientras que una dieta rica en proteinas y lípidos aumenta la fase REM del sueño.

Como hemos podido leer en estas líneas  dormir y comer, alimentos y sueño están más cerca de lo que muchos pensamos… la ciencia una vez más nos lo enseña.

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