Avances en Neurociencia: Electroencefalografía y Electroencefalografía cuantificada “Una ventana al cerebro”

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Avances en Neurociencia: Electroencefalografía y Electroencefalografía cuantificada “Una ventana al cerebro”

El electroencefalograma (EEG) es la herramienta más utilizada para medir actividad neuronal (cerebral), históricamente, gracias a su características técnicas (no invasiva y simple -y económica- de realizar). Hans Berger escribiría sobre su invento que era “una especie de ventana al cerebro” y, actualmente, es imposible no hacer eco a dicha idea ante la enorme evolución que ha logrado la electroencefalografía en las últimas décadas.

Unos de los argumentos más comunes contra el EEG es su falta de especificidad referente a la actividad (frecuencia) y la localización de ésta, en relación con funciones cognitivas, emocionales y/o comportamiento; por lo que muchos han considerado la actividad eléctrica cerebral, simplemente, como un epifenómeno de la funcionalidad encefálica. Sin embargo, después de más de ochenta años de la utilización del EEG en humanos de forma estable y con los avances computacionales actuales, aunados a la amplia investigación celular e intracerebral, este argumento ya no tiene bases científicas que lo puedan soportar.

Es importante mencionar y dejar perfectamente claro que esta prohibido adjudicar valores morales (bueno y malo) a ritmos cerebrales, y mucho menos de manera absoluta; existe actividad adecuada o normal tomando en cuenta circunstancias de localización, estado de vigilia, edad, morfología, frecuencia, duración, amplitud, etc.

La neurofisiología y especialmente el EEG (englobando a los potenciales evocados relacionados a eventos), dieron un paso cuasi ontológico con la digitalización de la información en la década de los 60’s, la cual tuvo un gran crecimiento en el área de investigación en las siguientes dos décadas, volviéndose una práctica habitual hasta los años 80 (con el abaratamiento y mejoramiento de las computadoras), y se generalizó en la clínica tan sólo hace poco más de una década (en países desarrollados, especialmente europeos), no sin antes pasar por un periodo de criticas (algunas, pocas, continúan hasta la fecha) muchas veces infundadas y exageradas. Estas criticas no fueron (son) dirigidas, como tal, a la digitalización, que trae mucho beneficios (económica, manipulable, portabilidad, almacenamiento, etc.) sino a la cuantificación y normalización de la información digital (Nuwer, 1997). Hoy en día más del 99% de las grabaciones son realizadas digitalmente, e inclusive existen lugares donde está prohibido la impresión del EEG en papel, por lo que ya se puede hablar de una nueva generación de electroencefalógrafos que sólo han conocido el EEG a través de un monitor digital, que pueden llevar en una pequeña mochila y hasta en el pantalón.

La digitalización (traducción a un lenguaje computacional, binario) es un paso necesario para la cuantificación (transformación matemática), la cual a su vez es indispensable para la normalización (proceso estadístico). La cuantificación del EEG permite analizar una gran cantidad de medidas de manera objetiva, así como la detección automática de actividad (monitorización) y localización de fuentes. Toda medida cuantificable es por regla normalizable.
Las medidas que pueden ser cuantificables (análisis de la señal eléctrica) son muchas, desde las simples medidas de poder ó amplitud (voltajes) y tiempo (frecuencias), las correlaciones de estas entre diferentes lugares (electrodos), hasta medidas de conectividad espacio-temporal, utilizando diferentes variables. Podemos decir que las posibilidades de análisis tienen los mismos límites que las matemáticas y la creatividad de quien las sabe usar, de ahí la importancia de conocer las formulas matemáticas que se utilizan para cada medida obtenida.

La ciencia tiene esencialmente una meta, encontrar patrones (leyes) del comportamiento de todo lo existente, para que el humano utilizando este conocimiento pueda manipular su entorno a su beneficio; para lo cual crea herramientas y métodos. Dentro de la ciencia médica, en todos sus campos las bases de datos son básicas (basta pensar en las bases de datos de componentes químicos y celulares de la sangre), para una adecuada evaluación del paciente. De hecho es bueno pensar en los conceptos ontológicos que nos permiten definir salud, y nos encontraremos que un concepto esencial de salud, como estado bueno (positivo) esta íntimamente relacionado a un concepto estadístico (común, normal). Ahora bien, cuando entramos al campo del comportamiento humano (psicología, psiquiatría, etc.), y nos enfocamos en el más complejo órgano, es predecible que el encontrar patrones será, ha sido, abrumadoramente complicado; razón por la cual estos campos de la ciencia humana siguen siendo los menos objetivos y más heterogéneos, especialmente cuando se trata de definir patología, por lo que las bases de datos de la estructura y, especialmente, funcionamiento cerebral, toman un valor enorme.

A pesar que la utilidad clínica del EEG cuantitativo y normativo ha sido cuestionada en innumerables ocasiones en los últimos 30 años (especialmente por un grupo reducido de neurólogos americanos, pero con una gran influencia en las asociaciones de este país) (Nuwer, 1997 ver Hoffman, 1999 y Hughes, 1999) en manos expertas puede ser sumamente útil (una herramienta no tiene valor moral en sí misma, es el “como” y “para que” se utiliza lo que le da valor). Especialmente en un campo de la salud donde prácticamente no existe ningún otro método de medición del órgano afectado, por lo menos no de manera practica en la clínica diaria. Hay que recordar que toda la información arrojada por estos programas de bases normativas son completamente manipulables y es relativamente fácil obtener datos falsos si le damos actividad contaminada ( de ahí la importancia de que toda esta actividad sea supervisada por un médico especialista en neurofisiología clínica con bases sólidas en la cuantificación del EEG y EEG normativo), como sucede igual en un examen general de orina.

Teniendo esto bien presente podemos decir que el EEG normativo es la mejor herramienta (costo/beneficio) en la actualidad en el área de la neuropsiquiatría, para definir un diagnóstico y tratamiento de manera personalizado (un artículo obligado del tema, Gordon, 2007), así como para medir respuesta a tratamiento (Saletu, 2006; John, 2006), pronosticar evolución, etc..

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